A veces resulta
muy difícil sumergirse en un libro particular. Uno no se siente en fase
con lo que quiere comunicarle el autor, o no le gusta su manera de decirlo
o ... quién sabe... Eso me pasó hace poco con una obra de Antonio Lobo
Antunes : "Fado Alexandrino".
Confieso
que tenía un prejuicio negativo pues ya me había sentido aburridisíma
con otra obra del mismo escritor: me recordaba a otro autor médico,
traumatizado por otra guerra, cuyo dominio del idioma era pura maravilla
pero cuyo discurso quedaba demasiado lejos de mi para poder disfrutar....
¡ En fín !
Confieso
también que al leer un artículo dedicado a este autor, había sentido
una insuperable curiosidad. El periodista celebraba a un hombre modesto,
joyero de las palabras, cumpliendo su obra con humildad , y se notaba
en su texto que vacilaba entre el entusiasmo admirativo y el respecto
silencioso, única reacción posible cuando se cruza a alguien que anda,
lejano, por senderos interiores desconocidos, asumiendo con serenidad
la inevitable soledad de cualquier ser humano dotado de algo de razón.
La cosa empezó
como temía. El relato no adelantaba. Se perdía en un montón de detalles
insignificantes, lo mezclaba todo y cada página me dejaba más perpleja....
A veces soy testaruda... seguí y llegué a unas páginas que ya, de por
sí, merecían la pena. Un hallazgo estilístico estupendo y de repente
uno de los personajes de papel se volvió tremendamente humano : nada
de un héroe, nada de excepcional, sólo un tipo muy ordinario, aguantando
una cotidianidad aburrida, poblándola con deseos de segunda clase....
Esto me dio
la motivación para continuar y empezaba a hundirme en la vida de estos
personajes cuando llegué a la descripción del encuentro de uno de ellos,
el teniente coronel Artur, con una mujer descrita como una "nubecita
de perfume"... ¡ Cuánta risa al leerlo ! ¡ Cuántas más cosas al
pensarlo mas detenidamente ! Estas páginas fueron como un gran vino
: el primer trago te seduce, los siguientes te hechizan y el sabor que
te queda te permite construir recuerdos para soñarlo años después...
Ahora entiendo
el tono tan raro del periodista. Sólo falta llevar a otras personas
a compartir este tipo de emoción acerca de este libro.
No sé si
lo conseguí....