Varios meses antes,
el guía planificó este viaje y organizó su
progresión.
Ahora se pasa
la vida arreglando detallitos y escudriñando el reloj.
Cada vez que surge
una incertidumbre, es capaz de imaginar lo peor que puede suceder
y de inventar soluciones que a lo mejor no servirán.
Su papel también
incluye el respeto riguroso de los horarios:
"Cinco minutos son cortesía, diez minutos son panochilla".
A veces la situación
le preocupa un poco y algo transmiste a los viajeros:
"¡Mucho barro compadre, mucho barro!"
A veces inventa trampas
para alegrarles la vida a los viajeros: operación comando
para subirse en el coche, preguntas para un cactologo, ...
Pero globalmente lleva
todo perfectamente, maneja ya casi como un autóctono, soluciona
los problemas de alojamiento e incluso es capaz de quitarle al
coche el ruido de los atardeceres en la casa de la abuela, en
donde sólo se oía el tiquiti tiquiti de la vieja
singer.
Por lo demás
el guía comporta varias opciones (cactofilo, amante de
ballenas, fotógrafo, ...) que se activan de manera totalmente
impredecibles. Por suerte le duran poco y generalmente pronto
recupera la razón.
"¡Es que estos días no son vacaciones señor!"
Es verdad. Esos días
son... ¿Quién sabe?